viernes, 30 de octubre de 2009

tengo monedas en los bolsillos y sangre en el corazón

Tengo una televisión de plasma
con 20 canales de mierda para elegir,
tengo ordenador, coche y teléfono móvil,
tengo correo electrónico, aire acondicionado y sueldo a final de mes,
tengo un armario lleno de ropa
y una casa en el centro de Madrid,
tengo una nevera no-fost
y una ducha con hidromasaje,
tengo cuenta bancaria
y una tarjeta de crédito,
tengo médicos que me cuidan,
tengo seguro de vida, seguro de accidentes y seguro de robos,
tengo regalos el día de mi cumpleaños
y luces por navidad,
pero lo único que necesito
es que duermas a mi lado todas las noches.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajajaja!!! El próximo día volverá antes a casa..pero es que el concierto de Jazz con el flaco de rojo no tenía desperdicio..yo también conocí a Casimiro ayer!!
Cuidate mucho el dedito maravilloso Marcus..que no se diga!! Tú no necesitas nada de eso...pero ya sabes..hasta siddharta pasó por ahí..
Os quiero mucho pequeñitos..
Buen poema..los tejados de Grecia versión JAZZ ya!! Plataforma popular
Arturo

isabel dijo...

yo creo que esto es lo más bonito que un alguien le puede decir a otro alguien

también creo que tú eres lo más bonito del mundo

y sé muchas cosas que te voy a decir sólo a ti

mua

Entrelíneas Librebar dijo...

creo que sois alguienes muy bonitos. pues sí...

JAVIER PASCUAL dijo...

cuanto innecesario llena nuestras vidas y que poco valor damos a veces a lo tan necesario.

d dijo...

Para mí, una de las cosas no innecesarias que más echo de menos eres tú.
Se me antoja casi necesario un paseo de noviembre por Madrid. ¿Me acompañas? Un paseo por Madrid, con esa semidepre de la luz que ya no vuelve hasta la primavera, de noche a las 6 de la tarde, algo de lluvia o postlluvia, charcos, ventolera bajo la cazadora que se cuela por la camiseta manga corta que parece un conjuro proverano, escalofrío con esa semidepre que se torna sonrisilla, porque uno se mola mucho a sí mismo en días como esos, nos da una aire interesante, ¿Y qué hará este caminando con las manos en los bolsillos, tan despacio, en una ciudad como esta que agoniza por plantarse rápido enfrente de la tele? en fin. Miramos a los árboles como si fueran semáforos que debieran darnos la luz marrón. Para que pase el otoño. Un paseo de esos que sólo nos ocurren en noviembre, el mes que es como el otoño en persona, que pega un puñetazo en el cielo y dice: "¡vale ya de cambio climático y bikinis! ¡Es otoño, cojones! ¡Bajen las cabezas! El verano queda lejos y ahora llega la hora de pensar." Reina Melancolía, esa mujer misteriosa que al principio cae mal pero que terminas espiando en el parque y con la que al final terminas follando en abril y descubriendo que aquello no tiene nada de encanto y que el misterio no era más que una pose y algo de ropa cara. El júbilo de los goles en los bares, lo escuchamos de paso: Parece que remonta el Atleti, pero no sé yo si... En fin. Al final toca entrar en un bar. Me gustan los bares tipo el Palentino. Un tercio bien frío. El líquido pica un poco al principio en la garganta pero después baja que da gusto, se instaura en el cuerpo el pequeño colocón. Suele ocurrir que te encuentras a alguien. Se charla intentando evitar la pregunta más agria ¿qué tal el verano? (¿en noviembre me lo preguntas, cabrón?) Y es que esto es como la antípoda del verano. Vamos pronto a casa. El metro reconforta en esta época del año. Coges un periòdico de la basura y lees un titulas. Tiras el periódico. Mejor obaservar a la gente. Sin darte cuenta ya has salido del metro, has llegado a casa. Te acuestas. Quizás haya alguien en tu cama. Tienes suerte: en algunos lechos siempre parece mayo. Hasta mañana. HAsta pronto.

Amanda dijo...

La diferencia de lo que necesitamos y lo que no...
De lo mejor que te puede regalar alguien, que te necesite....