Mostrando entradas con la etiqueta relatos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta relatos. Mostrar todas las entradas

sábado, 22 de mayo de 2010

Berlin, 1936

Me llevaste a cenar a un restaurante oriental bastante caro en Mitte, la zona más cara y pija de Berlín, donde las bicicletas están prohibidas y los turcos necesitan anillos de oro para poder pasear. Yo nunca he necesitado restaurantes caros, ni camareros que te llenan el vaso a cada trago que das. Nunca lo he necesitado y nunca lo he querido. Me sentía ridícula en ese ambiente naïf de alquiler. Me quería marchar, salir corriendo destrozando todo aquello que me encontrara, quería arañarte la cara por pensar que me sentiría sorprendida por tanto lujo a tu alcance. Sin embargo me quedé allí clavada, paralizada, viendo pasar camareros y escuchando risas engordadas de dinero podrido. Callada. Superada y arrasada.

 

El camarero trajo la ensalada de frutos rojos que nos había sugerido, y tú le pediste que lo preparara para llevar, que toda la comida que habíamos pedido la preparara para llevar y nos cobrara rápidamente, que nos íbamos a ir porque no estábamos a gusto. Me llevaste a un taxi volando de la mano hasta nuestro Hostel, a comer sobre nuestras camas esa comida de restaurante caro mientras bebíamos a morro cerveza barata.

 

Me llevaste a cenar al sitio más asqueroso de todo Berlín para demostrarme que la belleza de las personas es un puente que se traza entre uno mismo y el resto del universo.

lunes, 25 de agosto de 2008

hotel milviciossanos

Fuimos a un café muy típico con una escultura, en la terraza, de Pessoa tomando café. Nos tomamos un café con Pessoa, en el Brasilerinha. Estaba anocheciendo y refrescaba.
En una mesa cercana a la nuestra, una mesa verde, metálica y descuidada, estaba una actriz que salía en Al salir de clase, te hacía mucha gracia que nos encontráramos a alguien famoso en un lugar donde no lo era, porque podías espiarle, y saber como es realmente. Estaba con otra chica que me juraste que era de alguna otra serie. Las observabas con un disimulo descarado. Yo también.
La calle estaba llena de gente, gente que sube, gente que baja. Vuelven a casa, o tal vez hayan quedado con algún viejo amigo. Siempre me ha gustado inventarme la vida de los demás, lo hago en el metro a diario, desde hace años. Cuando veíamos a alguien que nos llamaba la atención, empezábamos muy deprisa a ponerle un trabajo, a decorarle una casa, soltero / casado / viudo, ciudad de origen, edad... Le cambiábamos de vida a todo el que por allí pasaba. De ese modo nos encontramos con un dependiente de una ferretería que se vino a vivir desde oporto hace más de 20 años cuando se casó con una gorda bigotuda y que iba al único bar de la ciudad donde se podía comer una francesinha con mucha cerveza, también nos encontramos con un estudiante de medicina con la habitación muy ordenada que iba a buscar a su novia a la cual había dejado de querer porque no se la chupaba bien, y vimos a un asesino a saldo que volvía a casa de un trabajo y que tenía ganas de ayudar a sus niños a hacer los deberes... así con una docena de vidas. Nos reímos. Mucho.
Cuando el frío empezó a calar en los huesos decidimos volver hasta el hotel. Te cubrí con mi chaqueta, y pasé mi brazo por encima de tus hombros; tú te acurrucaste apoyando tú cabeza sobre mi pecho.

miércoles, 23 de julio de 2008

tragando palabras

Aveces me encuentro solo cuando leo en mi cama. Y miro hacia los pies. Y tiemblo como solo sabemos temblar los niños en un verano sin colegio y sin amigos. Sin calor, porque los niños no tenemos calor, ni lluvia. Sin abrigo de piel, porque mi madre trabaja. SIn sed, porque mi padre se lo ha bebido.


---


¿Por qué mierda tengo ganas de llorar? Si los viejos, estamos viejos y ya tenemos todos nuestros sufrimientos sufridos... ¿Por qué parece que la televisión me interesa? Si la enciendo para no apagarla... ¿Por qué las cosas se vuelven sin mirarme? Si todavía parece que estoy vivo... ¿Para qué abres mi cartera? Si te la has bebido.

viernes, 21 de diciembre de 2007

la vida sexual de un poeta que no conozco

Aquella mujer desnuda quería más sexo, y yo sabía que no se lo podía dar. Estaba borracho, y con la media erección me había defendido como buenamente había podido pero, aunque me siga mirando con esos ojos de gatita cachonda, ya no podía darla más. Quería dormir.

Ya te avisé en esos versos la dije con voz de ultratumba “Porque mi primer polvo con una mujer suele ser espantoso”.
Vale, pero ahora vamos a por el segundo. –esta respuesta me certificó sus ganas de sexo.
También tengo otro verso que dice “Porque nunca echo dos polvos seguidos”.

Me di media vuelta con la esperanza que no se tomara demasiado mal mi actitud, y me dejará rematar la faena unas horas después. Y a la mañana siguiente ya había colocado su cepillo de dientes junto al mío, me había preparado uno de esos desayunos intercontinentales que tanto me gustan para las mañanas de los domingos, y la muy cabrona me había puesto ración doble de aspirina efervescente. Lo primero que pensé era en su nombre, como fui incapaz de recordalo decidí decorar la frase:

Oye cariño, a ti te te gustan los fracasados, verdad???

lunes, 4 de junio de 2007

como dos niños...

es como la ilusión de dos niños que juegan con sus nuevas preciosas pelotas de colores que botan, rebotan y vuelan hasta el cielo, y vuelven a sus manos para hacerles sentir como un pájaro.
dos niños, inseparables, que corren sobre el fuego sin quemarse los pies porque no han conocido el miedo que les tiene prepara esta vida; y descubren la felicidad de sonreír mientras corren observando el vuelo de sus pelotas de colores sobre sus cabezas.


[ años después ]


– Me has robado mi inocencia, mis ilusiones, mis únicos días felices; me has arrancado los colores; me has borrado todas mis sonrisas; me has escondido los recuerdos. Y, ahora, pretendes que te mire a la cara como cuando éramos niños y jugábamos a ser mayores y le hablabas a nuestra hija, esa que ya nunca tendremos. Me has robado el amor, y eso es lo único que no puedo perdonarte.